Sabemos que muchos ciudadanos han podido contemplar a los 186 diputados del PP puestos en pie, aplaudiendo con fruición a su líder, Mariano Rajoy, tras anunciar éste la mayor ofensiva de la democracia contra los derechos sociales de los españoles. Ignoramos aún, sin embargo, cuántos de estos ciudadanos han reaccionado desde la simple incomprensión, desde el estupor comprensible, desde la ira o desde la cada vez más nutrida desafección hacia la política y las instituciones democráticas.
Mientras la ciudadanía española y algunos de sus legítimos
representantes encajábamos el golpe, cabe preguntarse qué aplaudían
estos señores y estas señoras con tanto alborozo. Están encantados,
porque están cumpliendo su programa. No el programa que comprometieron
con los ciudadanos en las elecciones, desde luego. Pero sí el programa
máximo que emana de su ideología neoliberal.
El “paquete de Rajoy” merece una respuesta política y social contundente, porque es injusto con los más débiles, porque consolida la recesión económica y porque se asienta en el mayor cúmulo de mentiras y de engaños que se recuerda desde la transición democrática.
Efectivamente, el “paquete” profundiza la quiebra social que la crisis y la estrategia del Gobierno están provocando entre los sectores más desfavorecidos de la sociedad española. Las consecuencias de las políticas gubernamentales, a propósito de la crisis, cristalizan cada día en un aumento exponencial del paro y de la precariedad social.
Si los parados sufrían ya una cobertura social reducida al 62%, ahora sufrirán además un recorte en sus prestaciones. Si los pensionistas habían sido golpeados por la subida del IRPF, por la inaplicación de la Ley de la Dependencia y por el copago farmacéutico, ahora se anticipa el ajuste que el propio PP tachó de “injusto” en la anterior legislatura. Si los funcionarios públicos estaban sometidos a recortes de plantillas y de salarios, ahora perderán además la paga de navidad. Si las familias con menos rentas tenían dificultades para llenar la cesta de la compra en el fin de mes, ahora deberán pagar más IVA.
Pero es que, además, no servirá para mejorar la situación económica. Antes al contrario, la empeorará. Y el propio Gobierno es tan consciente de ello, que lo ha reflejado ya en sus previsiones oficiales. Al tiempo que reclaman “sacrificios” a los ciudadanos ya sacrificados, están reconociendo que “este año y el año próximo tendremos recesión”, que “el paro no cesará de crecer en toda esta legislatura”. Y si los sacrificios no tienen como objeto salir de la crisis, ¿a qué objetivo responden? A un objetivo puramente ideológico, se entiende. Rajoy no aplica estas medidas por decisión de otros, tampoco por necesidad del país. Lo hace porque quiere, porque estas son sus ideas.
Todas y cada una de las medidas anunciadas en el “paquete” responden a un planteamiento “procíclico”. Es decir, los recortes en las prestaciones sociales, los ajustes en los salarios públicos y la subida de los impuestos indirectos afectan directa y negativamente al consumo, a la actividad económica y al empleo. Cuanta menos renta disponible, menos demanda. Cuanta menos demanda, menos actividad. Y cuanta menos actividad, menos empleo. ¿Qué deuda pagaremos así? Y, ¿qué horizonte nos espera?
El ajuste es, por otra parte, un ejercicio de inmoralidad lamentable. Ni una sola de las promesas electorales del PP se está cumpliendo. Ni uno solo de los recortes ejecutados fue anunciado en campaña electoral. El “paquete de Rajoy” se apoya en la mentira y en el engaño. Mintieron y engañaron negando la subida de impuestos, negando agresiones a los pensionistas, negando recortes en los salarios públicos.
Ahora recortan, ajustan y faltan al respeto a mucha gente. Lo hizo Rajoy con los parados, ante los que justificó la reducción de sus prestaciones como un estímulo en la búsqueda del empleo. Como si los parados españoles fueran unos vagos acomodados a la percepción de subsidios miserables. Lo hizo Rajoy también con los servidores públicos, para los que anticipó nuevas “racionalizaciones”. Como si todos los servidores públicos fueran burócratas inútiles e indolentes. Como si la gran mayoría de los servidores públicos en este país no fueran médicos, maestros o policías, mal mandados, mal tratados y mal pagados, y que realizan su labor con la mejor vocación y el mejor ánimo.
Se amparan en Europa, pero niegan la intervención y el rescate. Que se aclaren. O bien estamos intervenidos, y Rajoy miente. O bien no estamos intervenidos, las decisiones son propias, y Rajoy miente. Rajoy miente en cualquier caso.
Hacen daño. A la economía que recae, a la sociedad que precarizan, y a la política que denigran.
Hay alternativa, claro está. Hay otros modelos para afrontar la crisis. Flexibilizar el ajuste fiscal y el cumplimiento de los objetivos de déficit en el horizonte comprometido del 2020. Promover planes de estímulo de la demanda, con inversiones productivas financiadas desde fondos estructurales y créditos del Banco Europeo de Inversiones, con políticas activas de empleo y formación. Procurar nuevos modelos productivos, basados en la investigación, la innovación y la eficiencia logística. Priorizar la creación de empleo sobre cualquier otro objetivo. Regular y sanear la economía financiera. Aplicar reformas fiscales en el sentido de la suficiencia, la progresividad y la justicia, gravando las grandes fortunas y las finanzas especulativas. Afianzar las políticas de bienestar que protegen a los sectores más débiles de la sociedad. Impulsar la unidad económica y política en Europa.
Claro que hay otros caminos. Y los hemos de recorrer. Pero ahora toca decir no. No al “paquete” injusto y mendaz de Rajoy.
El “paquete de Rajoy” merece una respuesta política y social contundente, porque es injusto con los más débiles, porque consolida la recesión económica y porque se asienta en el mayor cúmulo de mentiras y de engaños que se recuerda desde la transición democrática.
Efectivamente, el “paquete” profundiza la quiebra social que la crisis y la estrategia del Gobierno están provocando entre los sectores más desfavorecidos de la sociedad española. Las consecuencias de las políticas gubernamentales, a propósito de la crisis, cristalizan cada día en un aumento exponencial del paro y de la precariedad social.
Si los parados sufrían ya una cobertura social reducida al 62%, ahora sufrirán además un recorte en sus prestaciones. Si los pensionistas habían sido golpeados por la subida del IRPF, por la inaplicación de la Ley de la Dependencia y por el copago farmacéutico, ahora se anticipa el ajuste que el propio PP tachó de “injusto” en la anterior legislatura. Si los funcionarios públicos estaban sometidos a recortes de plantillas y de salarios, ahora perderán además la paga de navidad. Si las familias con menos rentas tenían dificultades para llenar la cesta de la compra en el fin de mes, ahora deberán pagar más IVA.
Pero es que, además, no servirá para mejorar la situación económica. Antes al contrario, la empeorará. Y el propio Gobierno es tan consciente de ello, que lo ha reflejado ya en sus previsiones oficiales. Al tiempo que reclaman “sacrificios” a los ciudadanos ya sacrificados, están reconociendo que “este año y el año próximo tendremos recesión”, que “el paro no cesará de crecer en toda esta legislatura”. Y si los sacrificios no tienen como objeto salir de la crisis, ¿a qué objetivo responden? A un objetivo puramente ideológico, se entiende. Rajoy no aplica estas medidas por decisión de otros, tampoco por necesidad del país. Lo hace porque quiere, porque estas son sus ideas.
Todas y cada una de las medidas anunciadas en el “paquete” responden a un planteamiento “procíclico”. Es decir, los recortes en las prestaciones sociales, los ajustes en los salarios públicos y la subida de los impuestos indirectos afectan directa y negativamente al consumo, a la actividad económica y al empleo. Cuanta menos renta disponible, menos demanda. Cuanta menos demanda, menos actividad. Y cuanta menos actividad, menos empleo. ¿Qué deuda pagaremos así? Y, ¿qué horizonte nos espera?
El ajuste es, por otra parte, un ejercicio de inmoralidad lamentable. Ni una sola de las promesas electorales del PP se está cumpliendo. Ni uno solo de los recortes ejecutados fue anunciado en campaña electoral. El “paquete de Rajoy” se apoya en la mentira y en el engaño. Mintieron y engañaron negando la subida de impuestos, negando agresiones a los pensionistas, negando recortes en los salarios públicos.
Ahora recortan, ajustan y faltan al respeto a mucha gente. Lo hizo Rajoy con los parados, ante los que justificó la reducción de sus prestaciones como un estímulo en la búsqueda del empleo. Como si los parados españoles fueran unos vagos acomodados a la percepción de subsidios miserables. Lo hizo Rajoy también con los servidores públicos, para los que anticipó nuevas “racionalizaciones”. Como si todos los servidores públicos fueran burócratas inútiles e indolentes. Como si la gran mayoría de los servidores públicos en este país no fueran médicos, maestros o policías, mal mandados, mal tratados y mal pagados, y que realizan su labor con la mejor vocación y el mejor ánimo.
Se amparan en Europa, pero niegan la intervención y el rescate. Que se aclaren. O bien estamos intervenidos, y Rajoy miente. O bien no estamos intervenidos, las decisiones son propias, y Rajoy miente. Rajoy miente en cualquier caso.
Hacen daño. A la economía que recae, a la sociedad que precarizan, y a la política que denigran.
Hay alternativa, claro está. Hay otros modelos para afrontar la crisis. Flexibilizar el ajuste fiscal y el cumplimiento de los objetivos de déficit en el horizonte comprometido del 2020. Promover planes de estímulo de la demanda, con inversiones productivas financiadas desde fondos estructurales y créditos del Banco Europeo de Inversiones, con políticas activas de empleo y formación. Procurar nuevos modelos productivos, basados en la investigación, la innovación y la eficiencia logística. Priorizar la creación de empleo sobre cualquier otro objetivo. Regular y sanear la economía financiera. Aplicar reformas fiscales en el sentido de la suficiencia, la progresividad y la justicia, gravando las grandes fortunas y las finanzas especulativas. Afianzar las políticas de bienestar que protegen a los sectores más débiles de la sociedad. Impulsar la unidad económica y política en Europa.
Claro que hay otros caminos. Y los hemos de recorrer. Pero ahora toca decir no. No al “paquete” injusto y mendaz de Rajoy.
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