Es no ir a votar. El resultado de las elecciones tiene más legitimidad cuanta más participación obtiene. No existe un límite de abstención en España para que unas elecciones no sean legítimas y por tanto se invaliden.
Una alta abstención hace que sean necesarios menos votos para conseguir un escaño, pero afecta por igual a todos los partidos, sean grandes o pequeños.
Voto a un partido minoritario:
En la mayoría de los casos estos partidos no logran pasar el corte (el reparto de escaños se hace entre los partidos que tengan al menos un 3% de los votos totales en el caso de las elecciones generales y un 5% en las municipales).
En los sistemas que tienden claramente al bipartidismo es aún más complicado pasar el corte, debido a que los recursos públicos destinados a cada partido dependen de los escaños que obtuvieron en las elecciones anteriores.
Voto en blanco:
Se considera votar en blanco cuando se acude al colegio electoral (o se vota por correo) y se deposita en la urna un sobre que no contiene ninguna papeleta.
Mientras la Ley Electoral no se modifique, los votos en blanco sí afectan al resultado final, porque se consideran votos válidos. Cuantos más votos en blanco haya, el corte del 5% al que tienen que llegar los partidos supone tener que conseguir más votos para llegar a obtener representatividad.
Voto nulo:
El voto nulo se considera un voto inválidamente emitido, es decir, un voto que no se ajusta a ninguna de las opciones posibles y disponibles (tachaduras, comentarios, varias papeletas en un mismo sobre, etc.)
El voto nulo, a diferencia del voto en blanco, no se considera voto válido y no afecta el reparto de porcentajes.
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