Algunos números preocupantes: si tiene razón Rajoy y el déficit
público español fue del 8% en 2011, este año habría que recortar 38.000
millones de euros para cumplir con la UE. El ajuste que anunció el
Gobierno hace un mes y medio –la subida de impuestos y el recorte del
gasto público– sólo cubren 15.000 millones de este compromiso europeo,
así que a Rajoy aún le queda otro hachazo de 23.000 millones más por
explicar. ¿De dónde va a salir ese dinero? ¿A qué espera el presidente
para presentarnos los Presupuestos Generales de este año? ¿Con qué otro
incumplimiento flagrante de sus promesas electorales nos sorprenderá
esta vez?
Muchas de las respuestas a estas preguntas son evidentes, desde Sevilla a Bruselas. Rajoy ha decido aplicar su afamada técnica de resolución de problemas: el marianismo. Consiste en sentarse y esperar a que las cosas se arreglen solas. El Gobierno confía en que la UE revise el objetivo del déficit, que se diseñó para una Europa en crecimiento, y ahora ha vuelto la recesión. Es dudoso que tal cosa vaya a pasar: Angela Merkel no quiere aflojar en su alocada carrera hacia una nueva Gran Depresión. Pero, en el peor de los casos, esta espera al menos servirá al PP para esconder los hachazos más impopulares hasta que los andaluces hayan terminado de votar.
Los rumores sobre un déficit español artificialmente hinchado –que el comisario europeo de Economía sólo desmintió parcialmente– dejan esta jugada en cuestión: la UE no parece dispuesta a esperar hasta las andaluzas. Este Gobierno que prometió decir siempre la verdad debería explicar dos cosas: el desglose de ese déficit del 8%, con el detalle de cada autonomía. Y lo más importante: cuál es su plan.
Muchas de las respuestas a estas preguntas son evidentes, desde Sevilla a Bruselas. Rajoy ha decido aplicar su afamada técnica de resolución de problemas: el marianismo. Consiste en sentarse y esperar a que las cosas se arreglen solas. El Gobierno confía en que la UE revise el objetivo del déficit, que se diseñó para una Europa en crecimiento, y ahora ha vuelto la recesión. Es dudoso que tal cosa vaya a pasar: Angela Merkel no quiere aflojar en su alocada carrera hacia una nueva Gran Depresión. Pero, en el peor de los casos, esta espera al menos servirá al PP para esconder los hachazos más impopulares hasta que los andaluces hayan terminado de votar.
Los rumores sobre un déficit español artificialmente hinchado –que el comisario europeo de Economía sólo desmintió parcialmente– dejan esta jugada en cuestión: la UE no parece dispuesta a esperar hasta las andaluzas. Este Gobierno que prometió decir siempre la verdad debería explicar dos cosas: el desglose de ese déficit del 8%, con el detalle de cada autonomía. Y lo más importante: cuál es su plan.
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